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Aquí estoy, ...pisando fuerte!!

Aquí estoy, ...pisando fuerte!!
(no se asusten, es sólo un sueño atrevido)

Me gustaría poder compartir con ustedes éstos, ... mis mejores poemas...!

...acercaré la silla de mimbre que traje de otros tiempos y leeré mis historias ...

martes, 28 de abril de 2009

De color celeste, con detalles en sobre relieve, lucía importante sobre una pequeña mesa en el comedor diario. En cada hogar de entonces, la radio cumplía una importante función, ya que era el mayor contacto con el mundo exterior. En casa, por la mañana, era la compañía de mamá mientras cocinaba apurada para llegar a horario con el almuerzo. A veces, con cuidado para no engrasarla, papá la llevaba al galpón para seguir de cerca alguna noticia de la política argentina que sólo se atrevía a comentar “Radio Colonia” de Montevideo (Uruguay).
Mis hermanas mayores, Elvy y Susy, seguramente respondiendo a mis interminables preguntas, propias de una niñita de 3 años, me habían contado que dentro de ella vivían pequeños hombres, por lo que para mi era muy difícil entender como llegaban a través de un cable tan angosto.
Más tarde, cuando ya tenía ocho años, gran parte de mi familia se reunía a la hora señalada a su alrededor, para no perdernos detalle de la esperada novela. Mis escasos años no me impedían estar allí, imaginando el caballo cuyo galope escuchábamos, el licor que servían en el vaso, la puerta donde llamaban, o el parque lleno de flores donde paseaban los enamorados, cuyo trinar de pájaros llegaba a nuestro oído. Es que era “Jorge De Torres y su gente”, o “Bernardo de Bustinza”, o “Alfonso Amigo”, quienes a través de la radio nos traían la ilusión de vivir una atrapante historia que seguíamos atentamente día a día, para luego al finalizar la misma, traernos la obra a nuestro pueblo.
La noche elegida, la mayoría de las familias se reunían frente al escenario especialmente preparado de “Viale Foot ball Club” o del “Club Arsenal”, para al fin, conocer el rostro de los protagonistas, quienes hasta ese momento sólo estaban en nuestra imaginación.
Y el día después era nuestra fiesta, con los chicos del barrio comenzaban los ensayos, era suficiente con improvisar nuestro telón colgando entre los árboles de mandarinas que había en el fondo, el toldo sacado sin permiso de doña Clara Gramundi, una buena vecina que además era abuela de Silvia, y ya nos sentíamos toda una compañía de actores.
Sin problemas ni timidez alguna, nos disfrazábamos de acuerdo al papel asignado, cuya letra conocíamos gracias a que todos o casi todos escuchábamos la novela por la radio. Era así que por la tarde, después de los deberes, hacíamos nuestra presentación frente a la mirada atenta de nuestros invitados, el resto de los “gürises” de “Villa Tranquila”, a quienes, tal vez compensando su esfuerzo, les repartíamos mandarinas, después de cobrarles la moneda de entrada. Con pantalones cortos y rodillas rotas, formaba parte de ese menudo público Sergio Schmunck, actual intendente de la ciudad de Viale.
Pasaron los años y dejé mi pueblo natal para seguir una carrera universitaria en Santa Fe. Allí mientras estudiaba, si bien nada tenía que ver con mi actual profesión, para desafiar a un compañero de facultad, tomé coraje y me presenté a un concurso de locución que se hacía en el Salón Dorado de L. T. 9 Radio Brigadier López de esa ciudad, radio a la que ingresé junto a otros dos participantes y en la que trabajé durante casi tres años. Años más tarde, pude trabajar en L T. 14 Radio General Urquiza de Paraná.
La experiencia permitió que conociera por dentro a ese aparato con cable que tanto llamó mi atención, y la de todos los niños de mi época, porque estaba rodeado de misterio.

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