Las huellas de mi Pueblo
Si una tarde de éstas te acercas hasta Viale,
la verás todavía aguardando en su valle,
la encontrarás cuidando su historia de cien años,
allá junto al arroyo,
detrás de la lomada.
Si quieres encontrar a la Villa que fuimos,
intenta un día de lluvia,
y camina descalzo en sus cunetas,
aún se siente olor a tierra humedecida,
pero no quedan huellas, no busques en sus calles,
... que ya no son de tierra.
Si quieres encontrar las huellas que dejaron
los que ya se nos fueron,
prueba un día de viento,
tráeme un hilo largo y tu mejor anhelo,
remontaremos alto a mi vieja cometa,
hasta llegar al cielo.
Toca con suavidad la aspereza del árbol
que plantaron los nuestros,
pero hasta que te duela.
Acércate a la Biblia, esa que allá en la plaza
unió a las siete Iglesias.
Salí a robar olores de todos los rosales,
revuelve las historias que guarda su Museo.
Siéntate en el andén, camina por las vías,
e imagina que aún pasa el tren todos los días.
Si quieres encontrar a los niños que fuimos,
yo detendré un instante a todos los relojes,
y rastrearé en los rasgos maduros de su gente,
en las marcas tan puras de esos rostros genuinos,
observaré en lo profundo de todas las miradas,
y buscaré el retoño de su sangre heredera.
Allí descubriremos las Huellas de mi Pueblo,
con la nobleza propia de una vieja madera.
Si una tarde de éstas te acercas hasta Viale,
la verás todavía aguardando en su valle,
la encontrarás cuidando su historia de cien años,
allá junto al arroyo,
detrás de la lomada.
Si quieres encontrar a la Villa que fuimos,
intenta un día de lluvia,
y camina descalzo en sus cunetas,
aún se siente olor a tierra humedecida,
pero no quedan huellas, no busques en sus calles,
... que ya no son de tierra.
Si quieres encontrar las huellas que dejaron
los que ya se nos fueron,
prueba un día de viento,
tráeme un hilo largo y tu mejor anhelo,
remontaremos alto a mi vieja cometa,
hasta llegar al cielo.
Toca con suavidad la aspereza del árbol
que plantaron los nuestros,
pero hasta que te duela.
Acércate a la Biblia, esa que allá en la plaza
unió a las siete Iglesias.
Salí a robar olores de todos los rosales,
revuelve las historias que guarda su Museo.
Siéntate en el andén, camina por las vías,
e imagina que aún pasa el tren todos los días.
Si quieres encontrar a los niños que fuimos,
yo detendré un instante a todos los relojes,
y rastrearé en los rasgos maduros de su gente,
en las marcas tan puras de esos rostros genuinos,
observaré en lo profundo de todas las miradas,
y buscaré el retoño de su sangre heredera.
Allí descubriremos las Huellas de mi Pueblo,
con la nobleza propia de una vieja madera.
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